El maíz,
para los pueblos originarios americanos, representaba la tierra, la abundancia
y la nutrición. Era una planta sagrada y esto lo tenían presente al momento de
alimentarse con la planta.
El maíz es la representación de la Madre Tierra
en todo su esplendor, es un semillero constante y creciente que tiñe de oro
verde los campos sembrados. Maravilloso sería volver a recuperar en él nuestro
poder y sabiduría ancestral. Soltar las manos que lo mutilan y lo transforman
en plantas sin nutrición y sin futuro, recuperar los tiempos en que una planta
daba dos mazorcas y cada una de ellas más de trescientas semillas fértiles.
En qué momento perdimos ese poder de
abundancia, en que estábamos pensando cuando cedimos nuestra capacidad de
nutrirnos y de sanarnos.
Alcemos juntos nuestras voces y en el mes de la Pachamama honremos
nuestra capacidad de creación y abundancia, volvamos la mirada a la tierra y
recuperemos nuestras semillas y nuestros valores. Primero las internas para
comenzar a recuperar las externas.
Comienza un nuevo ciclo y nuestros ancestros
lo celebraban honrando el poder de abundancia de nuestra Madre Tierra. Aun hoy
se mantienen las tradiciones, el 1 de agosto es la celebración de la Pachamama , fuente
inspiradora del bienestar del pueblo y de su protección. Ofrendar con respeto,
amor y dignidad en agradecimiento y a la vez pidiendo trabajo y abundancia.
Te propongo una simple y amorosa ceremonia que
podés compartir con otros o hacerlo en la intimidad. Prepará en una bandeja o
canasta, semillas, chicha o caña con ruda, polenta, alguna comida rica, prepará
algunas hierbas aromáticas como menta, burro, romero o yerba buena, entre otras,
agregá un matecito si es tu infusión diaria. Sahumá tu hogar con lavanda,
romero, palo santo o lo que tengas a mano. Encendé un fuego o una vela —vienen
unas velas en forma de choclo— abrí un pocito en la tierra de tu jardín, sahumá
el pozo y comenzá a depositar amorosamente y a conciencia las ofrendas. Podés poner elementos que representen tu
trabajo o tus deseos —no siembres cosas de plástico ni de vidrio—. Hablale a la
pacha comenzando diciéndole quién sos, y agradeciendo por todo lo que has
tenido en el año, luego pedí humildemente lo que deseas o estés necesitando. Lo
último que hay que agregar es la yerba del mate y la vela o unos carbones del
fuego, tenés que dejarlo hasta que se consuma. Poné alrededor unas piedras
marcando ese lugar como la boca de tu tierra. Concluí con una canción o una
oración.
Esta ceremonia se puede realizar con la
familia o amigos y terminar en una mateada o compartir algo rico.
Recuperá tu capacidad de creer en tu propia
abundancia, la Madre Tierra siempre ha sido generosa con sus hijos, y este año
también lo será.
Escuchá la voz de la Madre Maíz , el susurro
de sus hojas, el moler de sus granos y confíá en la Madre que te sustenta y en vos
mismo que estás buscando las posibilidades del cambio. Cada uno puede ser esa
semilla de maíz, que pronto se multiplicará y traerá más nutrición a su pueblo.
Que así sea, que así sea, que así sea.
Mis bendiciones y todo mi amor.
Zulma.
Escrito para la revista Mujeres Divinas
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