jueves, 7 de noviembre de 2013

Un viaje al interior

Un viaje al interior


¡Feliz año nuevo! Wep wep, qué pasó??? Repito, ¡Feliz año nuevo! No es una excusa para beber y comer o para estar de fiesta, tampoco deschaveté. El solsticio de invierno marca exactamente el final y el comienzo de un nuevo ciclo, aquí y en todo el mundo. Sí, en Europa es invierno en diciembre, es justamente de lo que hablo.
por Madretierra Tarot
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Así lo celebraban y siguen celebrando nuestros originarios, los auténticos conocedores de estas tierras: mapuches, charrúas, guaraníes, comechingones y otras culturas originarias, quienes se retiraban en este tiempo al descanso y la soledad hogareña.
El solsticio de invierno marca el nacimiento del sol, el pacto con la vida vuelve a renovarse una y otra vez en este tiempo y como toda vida, se gesta en el silencio y la oscuridad del interior, es por eso que este tiempo nos lleva a la introspección, a la reflexión, a ir hacia dentro de nosotros. Esto no es tan sencillo, muchas veces nos cuesta bajar los decibeles en lo laboral, la exposición con amigos y conocidos, y lo más difícil resulta el estar solos con nosotros mismos.
Cuántas veces estamos en soledad y nos aturdimos con la música o estamos prendidos a Internet, o simplemente llamamos a alguien para charlar.
Estar solo implica escuchar atentamente lo que dice nuestro interior y, muchas veces, este tiene quejas que no queremos atender. La introspección es eso, ir hacia adentro, más y más adentro, sacando capa por capa de la cebollita, ¿Quién me habita? ¿Quién soy? ¿Soy lo que quiero ser? ¿Tengo algún reclamo hacia mi mismo? Me perdono pero también me comprometo. Esto también es renovar los votos con la vida misma, recapacitar si estamos en el camino correcto, pero sobretodo la posibilidad de rectificar nuestros desaciertos, esto es tan importante como renovar el contrato laboral una vez al año.
Luego de esto es solamente el maravilloso viaje hacia la luz, hacia el encuentro con nuestro ser, la semilla fue sembrada en el interior de nuestro corazón y ahora hay que seguir su crecimiento y esperar su nacimiento. Como un bebé en el útero no necesita nada más que su mamá esté presente en este mundo, como la semilla necesita la oscuridad y los nutrientes de la tierra, nuestra semilla no necesitará nada más que el estar aquí y ahora hasta el momento de su nacimiento.
Los pueblos originarios solían danzar y festejar hasta el amanecer y con el primer rayo de sol se bañaban en una corriente de agua natural y esperaban el avance del día limpios y renovados, soltando lo viejo, permitiendo que lo nuevo entre. Celebraban la muerte y el renacimiento.
Feliz viaje, queridos lectores, al mundo subterráneo del alma, nos vemos en el umbral de la vida dispuestos a respirar bocanadas de felicidad y logros.
Bendiciones. Zulma.

(*) Zulma Moreyra. Tarotista y sacerdotisa de la Cruz del Sur.

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